domingo, 12 de septiembre de 2010


De afuera ves claramente la solución. De afuera se ve tan fácil, vos decís “él, por más que esté con otra, la ama a ella. Y ella, por más que lo niegue, también lo ama”. Y decís “déjense de dar vueltas y estén juntos”.
Afuera los terceros en discordia. En una buena comedia romántica se soluciona todo, y todos quedan felices y contentos.
Y después de todos los enriedos al final los secretos se revelan. El que tiene que hablar, habla, el que se tiene que enterar, se entera. Todo se soluciona y final feliz.
Pero en la vida siempre algo que lo complica. La solución que está ahí, al alcance de la mano, siempre parece escaparse.
Si uno viera de afuera la vida diría “no, no, no hagas eso ¿no te das cuenta que la solución estaba ahí?”.
Confundimos, problema con solución.
El problema de la solución es confundir problema con solución.
Una solución rápida te trae otro problema. Otras veces dejamos estar los problemas, confiando que se van a solucionar solos.
Somos así por naturaleza. Muchas veces cuanto más queremos solucionar algo más lo complicamos. Pero a veces la solución llega sola, en el momento menos pensado.
Buscamos soluciones, siempre, hojas de ruta, señales que nos indiquen por dónde ir, hacia donde ir. Solución es sinónimo de [remedio, resolución, conclusión, resultado, desenlace, fin, termino, reparación, arreglo, recurso, final, salida, salvación, alivio], encontrarle la vuelta al rulo. Esa es la solución.
Tan simple, tan complejo y tan hermoso como esto. (Encontrarnos fue, es y será la solución.)

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